Carlos O’Rian, presidente de KMA Asset e inmobiliaria ICalma:
“La adaptación y la reinvención son parte fundamental de la vida”
El presidente de KMA Asset e inmobiliaria ICalma, Carlos O’Rian, enfrentó cambios personales y laborales durante la pandemia del Covid-19. Dio vuelta la situación a su favor y decidió que ya no quería vivir en Santiago. Y en un contexto de parálisis total del sector inmobiliario, muy golpeado por la crisis, su empresa dio un giro radical en la estrategia de ventas.
Cambió la vista a la Cordillera de los Andes para estar más cerca del mar. Con esa decisión tomada en plena pandemia, el presidente de KMA Asset e inmobiliaria ICalma, Carlos O’Rian, se sumó a una tendencia identificada dentro del mismo rubro en el que se mueve: la emergencia sanitaria impulsó a muchas familias y adultos mayores a abandonar la capital para instalarse en zonas donde pudieran rodearse de más naturaleza.
Primero se tomó un par de semanas para analizar el rumbo que podría tomar la situación epidemiológica. Y apenas entendió que podría dilatarse quizás durante meses, decidió que quería cambiar de aire. “Lo conversé con mis hijos y mi señora, y cuando ya lo teníamos resuelto en la familia, partí a hablar con mis socios, con algunos clientes y con el resto de mi equipo”, cuenta.
Todos estuvieron de acuerdo, principalmente porque hace dos años “subieron” la empresa a la nube y desde el estallido social estaban trabajando en forma remota, sin mayores contratiempos. Así que el trabajo no era un impedimento para cambiar de ciudad. Además, viajar a Santiago una vez por semana siempre fue parte del plan.
“El tema de la vibra es súper importante para mí. Me gusta sentir el lugar en el que estoy, y no soy una persona que está en un lugar sólo por estar, me gusta sentirme a gusto. Entonces, entramos a la casa, sentí esa vibra en seguida, sabía que los antiguos dueños eran personas extraordinarias y dije: esta es”, recuerda.
Al día siguiente, puso en venta su casa de Santiago y en un mes ya estaba comprando su nuevo hogar en Santo Domingo, donde hoy vive junto a su esposa, su perro y algunos de sus hijos.
Pero O’Rian, no sólo tuvo un cambio de vida en lo personal. Como todos los sectores, el inmobiliario se vio obligado a reinventarse durante 2020 y, al mismo tiempo, acelerar sus procesos de transformación digital para compensar los golpes de la pandemia y los coletazos del estallido social.
“Valoro que este virus fue capaz de encerrarnos en nuestras casas y que, aunque nos paralizó, al mismo tiempo nos obligó a pensar en el futuro y en cómo podemos vivir mejor”

-¿Cómo fue esa experiencia?
-La adaptación y la reinvención son parte fundamental de la vida y aparecen por ciclos. Afortunadamente, es algo que entendemos muy bien en la empresa y sabemos que, cada tanto, eso llega y hay que tomarlo. Además, a todos los socios actuales nos ha tocado reinventarnos constantemente en distintas etapas de nuestras vidas. Yo viví la crisis asiática, la mexicana, la argentina, la subprime, la del 18 de octubre y ahora estoy viviendo la pandemia del Covid-19. Y en todas, la reinvención fue obligatoria porque si no te quedas pegado en un mundo que de pronto ya no existe.
Por suerte, hace dos años tomamos la decisión de digitalizar completamente la empresa, toda nuestra estrategia comercial, nuestras oficinas, la posventa, llevar todo al mundo online. No es que nos imaginábamos que algo así iba a pasar, ni mucho menos, sino que queríamos crecer como proyecto en Chile, Perú, Colombia y Estados Unidos, y ahí tuvimos que buscar una forma distinta de hacerlo, que no se limitara al formato presencial.
-Entonces pudieron sortear la pandemia y el teletrabajo sin muchos problemas…
-Desde ese punto de vista sí, pero hubo otros retos tremendos.
“A todos los socios actuales nos ha tocado reinventarnos constantemente en distintas etapas de nuestras vidas. Yo viví la crisis asiática, la mexicana, la argentina, la subprime, la del 18 de octubre y ahora estoy viviendo la pandemia del Covid-19. Y en todas, la reinvención fue obligatoria porque si no te quedas pegado en un mundo que de pronto ya no existe”

“Pensé mucho en eso que dicen que de toda crisis surge una oportunidad. Yo no creo que ‘surjan’. Esta crisis me reafirmó que no hay que quedarse esperando que las oportunidades lleguen, sino que hay que salir a buscarlas”
-¿Cuáles?
-El gran desafío estaba en cómo atraer a los clientes y mentalmente hacerlos salir de sus casas para comprar un departamento. Era difícil, porque además los primeros meses fueron de mucha incertidumbre y la industria se paralizó.
Nos tocó redefinirlo todo, partiendo por un nuevo perfil de cliente, porque nos dimos cuenta que los médicos, los abogados, o los ingenieros de entre 40 y 50 años ya no estaban pensando en comprar departamentos, no podían o no tenían interés en adquirir una obligación a largo plazo ante la inestabilidad económica, y estaban más bien preocupados de si iban a poder seguir pagando el colegio de sus hijos. Para salir bien parados de todo esto cambiamos nuestro target a clientes que están entre los 24 y 30 años, profesionales, recién egresados, y buscando su primera inversión. Creamos un producto especial para ellos y el cambio fue brutal. Por supuesto que en los meses más críticos no vendimos nada, pero después las ventas se dispararon y en julio, agosto y septiembre vendimos más que en todo el año pasado.
-¿Qué lecciones le dejó esta situación?
-Es difícil decirlo, cuando tanta gente lo ha pasado mal o ha perdido familiares o seres queridos, pero para mí la pandemia fue positiva porque pude pasar todo el tiempo que quise con mis hijos y con mi señora, almorzar todos los días en familia, hacer una buena sobremesa, y después volver a trabajar. Eso es un privilegio. También pude darme pausas durante la jornada para salir a caminar y pensar, es decir, gané calidad de vida.
Pude reforzar cosas que ya sabía de antes: pensé mucho en eso que dicen que de toda crisis surge una oportunidad. Yo no creo que ‘surjan’. Esta crisis me reafirmó que no hay que quedarse esperando que las oportunidades lleguen, sino que hay que salir a buscarlas.
La importancia de la familia y de los afectos es otra de las grandes lecciones: darse cuenta que en la vida no solamente hay oro, también hay plomo, y cuando te toca pasarlo mal, el apoyo de tu círculo cercano es crucial.
Y por último, creo que a todos nos quedó claro que el mundo manda, no nosotros, pero valoro que este virus que no vemos fue capaz de encerrarnos a todos en nuestras casas y que, aunque nos paralizó, al mismo tiempo nos obligó a pensar en el futuro y en cómo podemos vivir mejor.