Cambio de Vida

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Daniela Carvajal y Matías Gajardo, cofundadores de Convictus:

“La pandemia nos recordó la importancia de la capacidad de adaptación”

Cuando crearon Convictus, lo hicieron para dar un giro a sus vidas. Pero también para darle una reinvención a la basura y crear luz a partir de desechos, como maderas de demolición o ruedas de bicicletas. La pandemia no golpeó al emprendimiento, pero sí obligó a sus fundadores a cambiar algunas cosas y a proyectar su plataforma web para algo más que vender.

Daniela Carvajal y Matías Gajardo se han reinventado dos veces en los últimos tres años.

La primera vez fue motivada por una necesidad económica que los llevó a buscar un cambio de rumbo en sus vidas: él abandonó la carrera de Ingeniería Comercial y ella había terminado la universidad pero quería dedicarse a algo que tuviera un propósito, más allá de generar dinero. Así crearon Convictus, un emprendimiento donde la basura es protagonista, dándole una “segunda vida” para fabricar lámparas.

En sus inicios, Daniela y Matías hacían todo: desde salir a buscar la basura para trabajar, cortar láminas de hierro y madera con equipos que en ese momento eran poco sofisticados, hasta salir a vender sus productos. En el camino, crearon una página web y el emprendimiento alzó vuelo en el mundo online: les empezó a ir bien, poco a poco fueron armando un equipo y hoy dan empleo directo a cinco personas, trabajando en colaboración con otros emprendedores.

Bajo esa dinámica pudieron delegar parte del trabajo de mano de obra y sólo dedicarse a vender y seguir impulsando esta marca asociada a la economía circular y a la sostenibilidad, fuera del taller. También querían dedicar más tiempo a proyectos personales que se cruzan con su emprendimiento: en su cuenta de Instagram, Gajardo da consejos a emprendedores, tiene un podcast y a veces da charlas y mentorías para otros proyectos, en tanto que Carvajal hace asesorías digitales con foco en e-commerce y desarrollo web.

En eso estaban cuando llegó la pandemia que, como a todos, les sorprendió y los llevó a su segunda reinvención. Al principio, cuenta Matías, eran escépticos frente a las noticias que llegaban de China, pero el virus empezó a expandirse y llegaron las preocupaciones. “Sabíamos que íbamos a tener que reformular todo, pero fue muy complicado definir por dónde partir”, recuerda Carvajal.

Y aunque la crisis sanitaria no los golpeó con una baja en las ventas sí los obligó a diseñar un plan B, reorganizar el trabajo en el taller y pensar en cómo aportar y ser útiles a su comunidad.

¿La primera preocupación? El taller donde fabrican las lámparas funciona en la misma casa donde vive la abuela de 91 años de Daniela, por lo que decidieron limitar la entrada de personas y cambiar completamente el modo de trabajo. “Era mucho riesgo y una absoluta irresponsabilidad si seguíamos así. Entonces decidimos volver al origen”, explica.

Sabíamos que íbamos a tener que reformular todo, pero fue muy complicado definir por dónde partir”, recuerdan. ¿La primera preocupación? El taller donde fabrican las lámparas funciona en la misma casa donde vive la abuela de 91 años de Daniela. “Era mucho riesgo y una absoluta irresponsabilidad si seguíamos así. Entonces decidimos volver al origen”, explican.

Así es que nuevamente se encargaron de las labores del taller y enviaron al resto de los trabajadores a sus casas, para minimizar el riesgo de contagio. Dicen que no fue un proceso sencillo, pero creen que hasta ahora lo han sabido llevar bastante bien.

“Con esta pandemia hemos tenido que aprender muchas cosas otra vez. Debimos capacitar al resto del equipo para que se encargara de la parte administrativa a través de teletrabajo, y para que asumiera la gestión de todo el proceso de recolección de productos, de chatarra, y nosotros supervisar a distancia, por teléfono, un poco a ciegas en algunos casos. Básicamente un intercambio de roles”, cuenta Matías.

Y en medio de todo eso, estaba el temor de qué iba a pasar con el proyecto “porque en la escala de necesidades que tiene la gente en medio de una pandemia, creíamos que comprar una lámpara era quizás la décima necesidad”.

Pero para su sorpresa, las ventas subieron y ahora les va mucho mejor. “Eso también fue totalmente inesperado”, dice Daniela. Ambos creen que jugó a su favor el hecho de tener una plataforma web consolidada y una marca conocida y posicionada en redes sociales. Sólo en Instagram tienen más de 40 mil seguidores.

En latín, convictus significa convicción y, al separar la palabra y traducirla, “con” significa junto y “victus”, victoria. “Es como decir que estamos juntos en la victoria, que solos no se puede, que cualquier cambio relevante tiene que ver con el trabajo en equipo y con la ayuda de otras personas, en comunidad”, afirman

Iluminar a otros

Según el último informe de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), el comercio online cerró el primer semestre de 2020 con un crecimiento de 102,6%. En medio de ese auge inédito, los fundadores de Convictus notaron que había otros proyectos similares al suyo que no estaban transitando el mismo camino. Otros, que ni siquiera tenían página web, les tocaron la puerta para pedir consejos sobre cómo dar el salto digital.

Ahí vieron otra oportunidad de reinvención, aporte y apoyo a otros emprendedores. En plena cuarentena, lanzaron una convocatoria para elegir tres proyectos, asesorarlos y compartir vitrina: por tres meses, los productos de Chimbarongo Design, Toques de Verdor y Taller Andrea Gacitúa estuvieron en la web de Convictus, junto a sus lámparas.

Es una experiencia que planean repetir, mientras analizan otros cambios que harán a futuro con el taller. Matías dice que además de fomentar el aprendizaje, es también una manera de rendir honores al nombre que escogieron: en latín, convictus significa convicción y, al separar la palabra y traducirla, con significa junto y victus, victoria.

“Es como decir que estamos juntos en la victoria, que solos no se puede, que cualquier cambio relevante tiene que ver con el trabajo en equipo y con la ayuda de otras personas, en comunidad”, dice Gajardo.

Fieles a ese principio, están convencidos de que no podrían hacer nada “sin nuestros colegas, familia, el trabajo de los recicladores de base y la gente que nos apoya y nos compra”, añade Carvajal.

“Eso se volvió vital en esta pandemia, que no sólo vino a recordarnos la importancia de la colaboración, sino de la capacidad de adaptación, para poder sobrevivir en tiempos de crisis”, reflexiona Matías.

Con esta pandemia hemos tenido que aprender muchas cosas otra vez”

(…) esta pandemia no sólo vino a recordarnos la importancia de la colaboración, sino de la capacidad de adaptación, para poder sobrevivir en tiempos de crisis”, reflexionan