Cambio de Vida

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Roberto Ibáñez Atkinson, presidente y cofundador de Grupo Touch:

“Con el cáncer aprendí a vivir más el presente y no pensar en lo que fue o será”

Con 27 años, cuando aún hay certezas de tener toda una vida por delante, el presidente y cofundador del Grupo Touch se enteró que tenía cáncer a la piel, con metástasis en otros órganos. Un shot de realidad que le cambió su vida y que, incluso, lo llevó a escribir un libro e impulsar iniciativas de filantropía. Hoy, a casi 10 años de ese episodio, el ejecutivo analiza que la enfermedad fue lo mejor que le ha pasado en su vida.

El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se origina cuando los melanocitos -células que dan a la piel su color bronceado- crecen fuera de control. Los tumores se pueden formar en cualquier parte del cuerpo, pero con mayor frecuencia aparecen en sectores que estuvieron expuestos al sol, como la espalda, piernas, brazos y rostro. En Chile, la tasa de incidencia de melanoma de piel es de 2,5 por cada 100 mil habitantes, según el último informe de la International Agency for Research on Cancer.

Definiciones y estadísticas que Roberto Ibáñez Atkinson, presidente y cofundador de Grupo Touch, no tenía en su cabeza a los 27 años, época en que llevaba una vida muy acelerada, impulsando su empresa de marketing Touch y el bar restaurante El Taringa, además de practicar deportes al aire libre como esquiar, hacer kite surf o jugar rugby, sin protegerse demasiado del sol.

Un día descubrió un lunar en su brazo derecho. Fue a consultar a la dermatóloga, quien le mandó a hacerse algunos exámenes pero lo tranquilizó diciéndole que probablemente no era nada. Pero las malas noticias no tardaron en llegar: había un melanoma de etapa III B que, si no se lo trataba inmediatamente, podía ser mortal. No entendía nada, fueron segundos donde se lo cuestionó todo. Un instante en que dijo: “Mierda, tengo cáncer. ¿Qué hago?”.

Una interrogante que luego daría origen a su libro de autoayuda, un texto donde relata que una vez recibida la noticia, llamó de inmediato a su padre, Felipe Ibáñez Scott, controlador de D&S hasta la venta a Walmart. “Estaba en una reunión con el directorio, me dijo que iba a estar todo bien y que me llamaba en un rato”, detalla. A los 20 minutos, el empresario llamó a su hijo desde la clínica para decirle que estaba con la dermatóloga y que debía acercarse lo antes posible.

Ambas llamadas marcaron el inicio de una etapa que Ibáñez para la cual no estaba preparado, que no tenía prevista. Una realidad que le permitió comenzar una vida completamente distinta a la que conocía: reuniones con oncólogos, psicólogos, nuevo estilo de alimentación y una operación donde le extirparon el melanoma de su brazo y donde también se confirmó que el cáncer había hecho metástasis en los ganglios, lo que significó su extracción y una búsqueda de tratamientos alternativos, pues a medida que el cáncer empeora y se propaga, el melanoma puede ser difícil de tratar con las terapias convencionales como la cirugía, quimioterapia o radioterapia.

“Con 27 años, jamás pensé que me iba a enfrentar a una situación como esta. Me estrellé con una muralla de realidad y me hice múltiples preguntas. Qué hago, cómo salgo adelante, qué tan malo es este cáncer… ¿Me voy a morir?”, recuerda. Y añade que las interrogantes las fue respondiendo a medida que pasaba el tiempo, a medida que con su familia fue viviendo y conociendo el camino. “Si hubiera tenido un libro apenas comencé, hubiera sido todo más fácil, hubiera tenido una guía en esta nueva experiencia y etapa de vida”, comenta.

“Con 27 años, jamás pensé que me iba a enfrentar a una situación como esta. Me estrellé con una muralla de realidad y me hice múltiples preguntas. Qué hago, cómo salgo adelante, qué tan malo es este cáncer… ¿Me voy a morir?”

-¿Ahí nace la inquietud de escribir tu libro?
– Sí, porque veía a mucha gente que le pasaba lo mismo que a mí, personas que se sentían desorientadas. En el camino del cáncer me fui nutriendo de experiencias y de información a través de los doctores. Experiencias que eran muy valiosas y que pensé que si no las compartía en ese momento, después no lo haría nunca porque me iba a recuperar, iba salir adelante y retomaría mi vida.
Lo escribí también porque me di cuenta que en este camino uno se siente solo y aislado, hay veces que no hay contención familiar, pero no porque no estén presentes, sino que simplemente porque no entienden. Entonces, siento que al tener una buena guía se genera un círculo virtuoso para mirar de una forma distinta la enfermedad, una oportunidad de cambio.

-¿Cuáles fueron tus pilares en todo este proceso?
-Tener un pilar como la familia, como me sucedió a mí, entrega mucha tranquilidad y una hoja de ruta, independiente de que sea correcta o no. Ellos me entregaron seguridad, comprensión y una visión positiva para salir del cáncer. Mi papá jugó ese rol, el trazó el camino y con mucha conversación, me propuso un norte en medio de un contexto en donde me sentía muy desorientado.

 

“Tener un pilar como la familia, como me sucedió a mí, entrega mucha tranquilidad y una hoja de ruta, independiente de que sea correcta o no. Ellos me entregaron seguridad, comprensión y una visión positiva para salir del cáncer”

“Tener ese tiempo de frenar, me ayudó a conocer lo que realmente quería hacer con mi vida y también a encontrar ese equilibrio sano entre trabajo y tiempo libre”

Oportunidad de cambio

Cuando una persona sobrevive a un melanoma, existe entre un 30% y 40% de probabilidades de que el cáncer pueda reaparecer en los próximos 11 años. A casi una década desde que se lo descubrieron, Ibáñez cataloga esa posibilidad como un “fantasma dentro de la casa”, pues sabe que si un resfrío se prolonga o si aparece una mancha distinta en la piel, sería como revivir los temores que tuvo la primera vez.

Pero aunque vive con el fantasma de una enfermedad que puede reaparecer y puede quitarle la vida, decidió que iba a “caminar por la vereda de los sanos” y que iba a mirar el cáncer como algo positivo y una oportunidad.

-¿Qué pasa cuando te visita este “fantasma” de la metástasis?
-Me hace ocuparme en vez de preocuparme. Con el cáncer aprendí a vivir más el presente y no pensar en lo que fue o será. Lo único que puedo hacer con el pasado es agarrar sus enseñanzas y transformarlas en aprendizaje para enfrentar el presente de la mejor manera. A futuro, ojalá seguir aprendiendo… pero es difícil proyectarse, uno nunca sabe lo que te puede pasar mañana.
Ahora que tengo familia, cuando aparece el fantasma del cáncer, me pega más fuerte porque me cuestiono más el futuro y pienso en mis niños. El presente tiene muchas cosas lindas y viene con algunos sustos con los que hay que vivir.

-Has mencionado en otras oportunidades que el cáncer es lo mejor que te ha pasado. ¿Por qué?
-Lo primero que pensé fue en el legado que dejaría en el mundo, pensé que quería tener hijos, pero también me di cuenta que podía impactar de otras formas. Tener ese tiempo de frenar, me ayudó a conocer lo que realmente quería hacer con mi vida y también a encontrar ese equilibrio sano entre trabajo y tiempo libre, algo que no tenía muy interiorizado antes.
Ahora me doy pausas para estar en familia, dedicarle tiempo a lo que realmente quiero y siento importante, porque entendí que el trabajando en exceso o compartir con gente que no me hace bien, es una amenaza para la cabeza y el sistema inmune.

-Además del libro, ¿qué otros proyectos o iniciativas en pos de las personas has creado?
-Justo después que me dio cáncer, desarrollé la Fundación Celebraciones con Sentido, que funciona como puente entre celebrados y otras fundaciones con causas sociales, donde se han donado US$ 800 mil a distintas agrupaciones que necesitan ayuda. El modus operandi es el siguiente: una persona que celebra algún cumpleaños o evento importante, le pide a sus invitados que en vez de llevarle un regalo, hagan una donación a alguna causa social. Esto también ayuda a introducir a la gente joven a la filantropía, ya que la mayoría de los celebrados con sentido tiene entre 18 y 35 años.
Además, estoy impulsando mi segundo libro, que tratará la depresión como temática central. Pienso dividir el texto en 15 capítulos con las 15 afecciones mentales más comunes, llevar testimonios de personas, doctores.

-¿Cómo cambió Touch una vez que te recuperaste?
-Touch también se ocupa de un punto social importante: entregar trabajo. En un año normal, contratamos cerca de 30 mil personas y hoy, como el mundo está cambiando de mano de la tecnología, muchos trabajos quedarán obsoletos. Es por eso que promovemos entrenamiento para la gente que queda desempleada.
Los empresarios juegan un rol importante en la sociedad, hay que hacer las cosas bien y ser transparentes para tener un impacto positivo. Yo personalmente, me siento con esa responsabilidad, porque si bien la filantropía se ocupa de ciertas áreas, no las ataca todas. En ese sentido, las empresas y el Estado juegan un rol importante en la vida de las personas.

“Ahora me doy pausas para estar en familia, dedicarle tiempo a lo que realmente quiero y siento importante, porque entendí que el trabajando en exceso o compartir con gente que no me hace bien, es una amenaza para la cabeza y el sistema inmune”